Χαῖρε!

¡Por los dioses, un extranjero!

Por la roída clámide que cubre tu cuerpo, por el pétaso oscurecido que protege tu cabeza, por el caduceo que sostiene tu ánimo y por las apretadas sandalias que se ciñen a tus tobillos deduzco que vienes de muy lejos. No consigo dilucidar quien eres ni cuál es tu patria, sin embargo no soy un necio, sé que la gente no llega a este lugar de la región del Epiro por pura casualidad. Puede que hayas oído cosas sobre el oráculo situado a la sombra del Monte Tomaros y puede que quieras preguntarle sobre tu matrimonio, tus futuros viajes o tus negocios; pero, llegados a este punto, ¿cómo has dado con el lugar?

¿Ha sido la encina de las múltiples lenguas? ¿O tal vez las palomas del santuario? No, claro que no, ha sido el caldero de Dodona. Siempre es ese dichoso caldero que nunca calla, resuena entre las montañas y revela muchas verdades.

Si has conseguido llegar hasta aquí creo que mereces escucharlo: sus temas son muy diversos, sus intérpretes muy variados y en más de una ocasión te encontrarás sorprendido y fascinado por lo que él te cuente.

Nuestros caminos aquí se separan, pues veo que allá a lo lejos llega otro peregrino; no obstante, si he logrado despertar la más mínima curiosidad en ti, adéntrate en el oráculo y, cuando las moiras decidan que nuestros sinos deben volver a cruzarse, ya me dirás que es lo que en él has visto.

Entra aquí para saber más sobre el caldero de Dodona.